lunes, 8 de junio de 2020

Brasil. Desmonte ambiental: acuerdos comerciales bajo críticas y resistencias


En el contexto del COVID-19 los mercados sufrieron una baja contundente y las medidas tomadas por los distintos gobiernos han sido —en mayor o menor medida— contener la propagación del virus, sobre todo porque esto significa una disminución en lo que es llamado de “business as usual”.
La pandemia saca a la luz algunos elementos importantes para pensar cómo estos negocios han contribuido para la actual crisis sanitaria. Más allá del colapso de los sistemas de salud, que tienen una relación directa con el proceso de privatización y mercantilización de los servicios esenciales, la cuestión climática y ambiental, de una forma más amplia, no permite esconder los hechos. La destrucción masiva de los ecosistemas —especialmente los sensibles—  y el modelo de producción vigente están intrínsecamente relacionados a la pérdida de control y respuesta ante el surgimiento de nuevas enfermedades.
No obstante, los países del mundo, en el afán de volver rápidamente a la normalidad, siguen negociando acuerdos comerciales que profundizarán los problemas antiguos y no resueltos. Con el fracaso en llevar adelante las consideradas ambiciosas medidas del Acuerdo de París, lo que hacen los países que más se mostraban comprometidos con su cumplimiento es contradecir sus narrativas tras el avance en las negociaciones de acuerdos como el tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea.
El polémico tratado que viene dividiendo opiniones de Estados y de la sociedad civil, contiene clausulas que —en caso de que sea ratificado— profundizarán el avance de la deforestación y significará un incremento en la emisión de los Gases de Efecto Invernadero (GEI). La realidad pronunciada como Estado de Emergencia Climática prende una luz roja que alerta para el riesgo de la imposibilidad de manutención del Sistema Tierra tal cual lo conocemos.
El escenario es particularmente complejo desde el punto de vista político. Brasil, que lleva en la presidencia Jair Bolsonaro (actualmente sin afiliación partidaria) y un equipo ministerial abiertamente alineado con la expansión de los agronegocios y la restricción de los derechos laborales, ha sufrido uno de los mayores impactos a la raíz de la crisis del coronavirus. Según las palabras del Ministro del Medio Ambiente Ricardo Salles, el gobierno brasileño tiene que tomar medidas para relajar las leyes de protección ambiental mientras las personas están distraídas con la pandemia. Las declaraciones del ministro es una evidencia de que no hay preocupación por la preservación del medioambiente.
El manejo de la crisis y la impronta autoritaria del mandatario brasileño, sin embargo, ha atraído otras partes interesadas. Donald Trump, presidente del país con el mayor número de muertos e infectados por el coronavirus, ha señalado que el libre flujo de comercio entre los dos países es una prioridad económica. Los dos presidentes, entusiastas del uso de la hidroxicloroquina en el tratamiento de la COVID-19, también comparten del negacionismo climático.
Por otro lado, los Demócratas estadounidenses han emitido una carta en desacuerdo con el plan de expandir lazos económicos con Brasil bajo la administración de Bolsonaro dado el historial de, según las palabras de los congresistas, “total indiferencia  con los  derechos humanos básicos”. La carta también cita la vulneración de los derechos laborales y la destrucción de la selva amazónica con el objetivo de liberalización comercial y que el avance de acuerdos comerciales entre Estados Unidos y Brasil es inapropiado.

* Fuente: Kaos en la Red / Virginia Bolten

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EDUARDO DARNAUCHAS

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